Después de mi aventura entre Isla Mujeres y Tortugas Secas me he jurado no irme fuera de la costa por un rato. El rato fue corto. En Cayo Bote (Boot Key) decidí esquivar los llanos de lo que queda de los cayos, los canales llanos, concurridos y desarrollados de Miami y Fort Lauderdale y los mil millones puentes entre si.
Salí de la costa en Cayo Sombrero, busqué la corriente del golfo y disfruté tres millas náuticas por hora de premio. Fui casi ciento cincuenta millas náuticas el primer día, un récord.
La corriente del Golfo es un río corriendo el alta mar por los estrechos de Florida. Corre al este entre Florida y Cuba, después entre Florida y las Islas Bahamas. Tiene su origen al sur, donde soplan los alisios. El viento impulsa el agua por el estrecho canal Yucatán.
Con viento contra corriente, las olas se empinan, se vuelven escarpadas. Eso pasa conmigo por un periodo corto. El viento no era muy fuerte. Las olas no eran tan grandes. No fue peligroso. Fue suficiente para que tomara nota.
Podía navegar a vela durante la primera hora, a Cayo Sombrero. Desde allí, marché con motor por diez y ocho horas. Bajando la vela mayor, puse tres rizos.
A las diez de la noche estaba en el codo, sesenta millas náuticas al sur de Miami, treinta al este de Cayo Largo, girando gradualmente al norte. Sube el mayor con tres rizos tirado fuertemente del centro del barco. El viento ya estaba suficiente a estribor tal que la vela amortiguaba el movimiento de balanceo debido a las olas del este.
A las cinco de la mañana empecé a navegar a vela de nuevo. Disfrutaba un buen día de navegación. Se fue tan rápido, necesitaba frenar. Planifiqué la llegada a la entrada de Fuerte Pierce para corriente favorable. Llegué allí a las ocho, con calma total, sobre un mar glaseado. Temía la aparición de niebla.
No pasó así. Pasó lindo. Les doy un video. En realidad no empieza hasta la mitad. La música es de Los Abuelos de la Nada. Todas conocen la canción. Abrazos.