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Aventuras del velero Brisa
20 June 2024

Gran Cañón

A mediados de junio dejé el velero Brisa en manos de una marina, atracado en un muelle al lado del Río Hudson en Poughkeepsie, del estado de Nueva York. Lo dejé para irme en viaje por dieciséis días, cuatrocientos y veinte kilómetros en balsa por el Río Colorado, al fondo del Gran Cañón en el estado de Arizona.

En inglés la palabra “Grand” significa no solo que es largo y estrecho, o enorme. Significa que es magnífico, imponente. Este cañón es todo eso. El Río Colorado, con su cabecera en las Montañas Rocosas, corre por el cañón desde Lees Ferry, y fluya bajando seiscientos metros hasta Pearce Ferry. Por promedio baja una y media metros por kilómetro.

Entre la Presa del Cañón de Glen y el lago Mead el río corre por una geografía antigua, de mil millones de años, con vistas impresionantes del cañón desde abajo.

Vista del Gran Cañon desde los graneros

Somos un grupo de ocho almas. Chris trabaja en construcción. Por lo mayor, es jubilado. Tiene un hogar con su familia en el estado de Oregon. Viaja frecuentemente por los ríos del oeste. Es su pasión. Kari es una profesora de sociología en el estado de Oregon. Es defensora de los intereses de las poblaciones indígenas del noroeste de los Estados Unidos. Mia, de una familia conocida de Kari, es estudiante de biología. Peter, amigo mío, fue ingeniero para IBM, ahora jubilado. Faerthen, es una naturalista y defensora de las interesas de la naturaleza. Jeff, nuestro líder, como joven fue guía de los ríos. Más tarde fue gerente de una puesta avanzada en las Montañas Rocosas para estudios de la naturaleza. Christie fue una médica de emergencias. Atendió a las víctimas de accidentes de tráfico y en hogares. El octavo es yo, el loco navegante.

Así somos un grupo de jubilados amantes de la naturaleza y la aventura junto con una hija adoptada para darla la experiencia. Kari, la profesora, es la única que todavía trabaja. Mia y yo somos las únicas que no han navegado el cañón previamente.

Un grupo de viajeros en el Gran Cañón

Así nos vamos. Hemos alquilado los botes de una empresa proveedor. La misma empresa organiza las vituallas y el equipo para cocinar. Chris se va en un kayak inflable. La única que trae su propio bote fue Faerthen con un tipo de balsa inflable unipersonal diseñado para llevar a la cabecera de un río para después descender explorando. Nosotros demás forman pares para remar tres balsas inflables de cinco metros.

Balsas y kayak en el Gran Cañón

Hay muchos aspectos de este viaje. Cada persona lo experimenta de manera distinta. Hay que ser parte de un grupo coordinado para ejecutar el viaje. Hay ser con el río fluyendo constantemente. Hay ser con las paredes rocosas del cañón. Hay ser con el aire seco y caliente, el sol imponente, la arena ardiente. Hay ser con las lagartijas, las serpientes, los insectos, los cuervos y las golondrinas. Hay ser durmiendo desnudo bajo el cielo de noche, sus estrellas brillantes sin contaminación lumínica, la luna, los meteoritos y con las satélites omnipresentes señalando una civilización conquistadora.

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Hay navegar el río, remando. Hay correr sus rápidos. Por todo el recorrido hay muchas ondículas y casi cien rápidos. De los cien rápidos hay una puñado que son peligrosos. El peligro no es mortal. Es de comodidad. Tienen olas que se pueden saltar una balsa o atraparlo contra una roca o entre rocas. Ese resulta en el reto técnico para liberar la balsa o colóquelo flotando con la parte inferior hacia abajo de nuevo. Eso no pasa con nosotros, por suerte.

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Hay ser sentado cómodamente sobre una roca mirando el milagro de este mundo, que existe, que estamos entre eso, que hace mil millones de años está y por más mil millones va a estar. Que nuestras vidas, contra eso, son destellos, no más. Que la historia escrita de nuestra raza es un destello.

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Hay organizar cada mañana las balsas para recorrer el río. Hay organizar cada tarde el campamento, alimentar, descansar, explorar, cantar y charlar.

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Hicimos algunas exploraciones al lado. Hay muchos rincones en el cañón para explorar. Tomamos un día de descanso tras el río de una cascada alta y estrecha. Allí de arriba pasamos horas en un edén, un jardín verde con agua clara, frío, fluyente en cascaditas.

Gran Cañón

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El Gran Cañón, sí, es magnífico. Después de dieciséis días, necesitábamos salir. Ya estábamos listos, por lo mayor. Dieciséis días es una travesía larga para estar intimo con un grupo de siete otras personas. Les amo. Si no les veo de nuevo, no me importa. Si no, si nos encontramos, les doy bienvenida con alegría. Ya somos amigos.

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