La mañana de Sábado, el dieciséis de Diciembre, me despedí de Guna Yala para ponerme en marcha de nuevo, de nuevo a México. El viento en contra, desde el noreste ha amainado. El pronóstico promete poco viento a favor.
Navegué con el motor para poner los arrecifes de San Blas atrás. Con poco viento, seguí navegando con el motor. De noche todavía había poco viento. Seguí con el motor. Al día siguiente no había viento ninguna. Seguí con el motor.
El segundo día, había navegando con motor, con buen progreso, pero me he dejado con poco gasoil, con mil y pico millas náuticas más hasta alguna llegada en Cozumel, México. Además, he llegado aproximando a la costa norteña de Colombia temprano, con pronóstico de viento fuerte allí, en contra. Además, he dado noticia que mi antena VHF, que llevo a lo alto del mástil, se perdió en el mar.
Era el Domingo. Decidí ponerme en las manos del puerto de Colombia. Seguí con el motor sobre el mar glaseado. El pronóstico para una salida de Cartagena el Martes promete una navegación muy segura, con vientos favorables y no tan fuertísimos. Mi única pregunta era si las autoridades en Colombia podrían procesar mi llegada y salida el mismo día, el Lunes.
Llegué al puerto de Cartagena de noche. Utilizando mi radio VHF portatil, pudiera conectarme con el control del puerto unas millas fuera de Boca Grande, la entrada estrecha al puerto. (La entrada ancha, más al sur, se llama “Boca Chica.”) Ellos me dieron permiso para entrar, con pedido que conecto con ellos cuando estaba fondeado.
Hice una aproximación GPS entre las boyas, con luces verde y roja bien brillantes, de Boca Grande. Vi una profundidad de dos brazos, solo dos veces del calado de Brisa. Siga navegando cuidadosamente con las boyas, GPS, y la carta náutica para encontrar un fondeadero bien concurrido.
Después de tres o cuatro intentos, pudiera fondear en un lugar suficiente llano y con suficiente espacio entre los veleros ya fondeados o amarrados. Estaba medianoche. Intenté conectarme con el control del puerto sin logro.
Al día siguiente me dió alegría encontrar a una pareja colombiana fondeado a mi lado, quien he encontrado en Boca del Toro. Son muy amables, conocen algo sobre la cultura uruguaya y caigamos bien. Ellos me traen un chip para mi móvil con datos. Además, traen una jarra de mermelada. Festeje con la mermelada más tarde, en alta mar, para la navidad.
Conecté con la marina utilizando el portátil y organicé comprar veinticinco galones de gasoil. Se venden en galones, no sé porqué. Todavía no podía conectarme con el control del puerto. Con el móvil, intente conectarme con un agente, para procesar con rapidez el martes una entrada y salida, o darme consejos si pudiera pagar cualquier impuesto de puerto y salir. No he pisado la tierra colombiana. Me he quedado todo el tiempo en el pequeño país de Brisa, un protectorado de Los Estados Unidos.
Subí al mástil e instalé una antena VHF de repuesto, que encontré en el velero. Por lástima, no funciona tampoco. Era una de las cosas del dueño anterior. Lo he encontrado anteriormente. Cuando el reemplaza una pieza, queda la pieza anterior. No entiendo lo lógico. ¿Qué puede servir en caso de apuro? ¿Qué necesidad por algún milagro pudiera ponerla funcionando? Pah.
El martes de la madrugada subí la ancla y me ponía en marcha de nuevo. Todavía no podía conectarse con el control del puerto. El pronóstico era aún mejor para la travesía al noreste, fuera la costa de Barranquilla, sin viento, para luego navegar con viento a través, esquivando el peligro de Bajo Nuevo.
Ya era tarde cruzar por esta corrida del Mar Caribe con posibilidad creciendo desde diciembre de vientos y olas altísimas. Pasé entre las boyas de Boca Chica con olas de una y medio metro quebrando al lado de babor. Era una aventura.
Pido disculpas a Colombia y al puerto de Cartagena si he cometido algún delito. Espero que sea como llegar por un vuelo internacional, tomar la cena, y salir con otro vuelo internacional sin cruzar la frontera. Eso he hecho una vez en el aeropuerto de Madrid, en camino entre Buenos Aires y Londres, algunas veces en Panamá entre Uruguay y México.
Espero que sin sangre no haga falta. De verdad agradezco que pudiera comprar gasoil y seguir de modo más seguro con la navegación. No aconsejo que otros hagan lo que hice yo. Lo mejor es planificar un viaje como mío de puerto a puerto. Tomarlo en pedazos.