Salí de la marina Shelter Bay el viernes, el último día de noviembre. Me dije que no era el comienzo de la travesía a México. Salí con destino a Puerto Lindo, solo veinte y cinco millas náuticas al noreste.
En Bahía Limón vi a un barco de cruceros de vela, “Star Clipper” entrando al Canal de Panamá. Deje pasar un barco de carga antes de salir por la canal, por la entrada del rompeolas, como he hecho tantos veces.
Después de una noche navegando a vela, el sábado, el primer día de diciembre, me encontré navegando fuera de `la costa de Panamá al norte, en el mar Caribe. El viento sopla entre quince y veinte nudos desde el noreste. Quería irme al noreste. Ceñida a estribor logre un rumbo poco oeste de norte. Ceñida a babor logre un rumbo al sur de este. El istmo de Panamá al sur, de hecho al sudeste puso un límite en la navegación ceñida a babor. Hice un video de navegación a ceñida con viento fresquito.
De la tarde estaba navegando al norte, ceñida a estribor. Estaba a punto de reducir la vela. Veinte grados de escora es mucho. El velero estaba navegando de ceñida con seis nudos. La velocidad era excitante. Lo disfruté. A pesar de eso me parecía duro. Pensé que he hecho suficiente de eso.
Mirando hacia adelante, pensando en la estrategia para reducir el tamaño de la vela, noté algo flaco. ¿Qué es eso? Mirando arriba ví lo que era. El obenque largo de babor, sotavento, había separado de la punta del esparcidor. Pensé, “Que mierda!” Después pensé, “Que suerte esto paso solo veinte millas náuticas al norte de Puerto Lindo.” Si lo he ocurrido media distancia a méxico, sería mucho más complicada, incluso peligrosa.
Segura que no podía virar, navegar a toda vela con el viento a babor. Si quería quedarme con un mástil, lo que quería, necesitaba navegar con poca vela o de motor. Con un puerto tan cerca, elegí la opción más segura. Bajé las velas para ir con el motor, cuatro horas de navegación. En la foto, ya estoy con el motor, con el viento de babor, navegando al sur.
Con el atardecer, estaba fondeado en Puerto Lindo. El próximo día, el domingo, empecé las mejoras.
Encontré madera podrida en la punta del esparcidor. Necesitaba rehabilitarse con epóxico. Si uno de los esparcidores estaba podrido, seguro que el otro sería igual. Bajé ambos para la seguridad de renovar ambos.
Con los esparcidores bajados, fue fácil pintar los topes. El sol había destruido el acabado de las superficies superiores. Sin trepar el mástil, las superficies superiores de los esparcidores son invisibles. Los pinté con un esmalte de aceite para uso exterior. Espero que este tratamiento dura, que aguante el sol.
Al final, decidí que las puntas de madera, con un par de tornillos, no eran suficientes. Carece de algo más seguro. Taladré agujeros en los puntos y los forré con epóxico. A veces pienso que el velero está hecho de epóxico. Ahora que lo pienso, lo es. Até con alambre los extremos de los esparcidores, por los agujeros, con los obenques.
Después de cinco días, tengo la jarcia entera de nuevo. Tensioné todas las cables. Inspeccioné todas las terminas. ¿Puedo navegar cientos de millas náuticas fuera de cualquier costa? Puedo esperar. Tengo más confianza en la jarcia.
Por la entrada a Puerto Lindo, alguien ha instalado una habitación arriba del arrecife, al extremo este de Isla Linton. Deben poner una luz de arriba, como si fuera un faro. Cada día van y vienen veleros por esa entrada. El puerto es bien concurrido. Casi todos que van y vienen desde el archipiélago de San Blas pasan por acá.
Y bueno. Necesito ponerme en marcha. Estoy en la ruta a México.