Llegué a Bocas del Toro, donde está Brisa, con malos tiempos para Panamá y para Bocas. Los distritos de Chiriquí y de Bocas son paralizados por las protestas. Los manifestantes han cerrado todas las arterias principales, cortando los suministros. Cuando llegué a Bocas, la gasolina y el propano ya escaseaban. Ahora no es posible conseguir ninguna– ni una gota de gasolina o propano. Lo que tenemos es lo que hay. Tengo poco propano para hervir agua o cocinar.
Las pangas que corrían por todos lados en agosto, llevando turistas a las playas, entre las islas, al continente, están casi todas inactivas. La escasez de pangas deja una paz intranquila. En el pueblo, hay poca gente. No hay huevos. Hay suficiente de los básicos– arroz, porotos, vegetales. Las vegetales vienen de Chiriquí. No pueden llegar a la ciudad de Panamá. Sí, pueden llegar acá.
No he conseguido un fuente de agua pura. Esta mañana he bebido café vil. He comido pan duro. No merece la pena hacer mate. Sólo sabrá fatal. Estuve enfermo dos días. No era capaz de moverme. Yacía en la cama alucinando y durmiendo de un tirón. Afortunadamente he comprado gasoil. Cuanda emergí de la enfermedad, ya se había acotado en todas partes. Pensé que la enfermedad se debía a beber el agua del muelle sin tratar, pero otras personas también declararon estar enfermas. Era una gripe que circulaba, quemaba por la comunidad. Yo me contagié y probablemente también la propagué. Hoy sigo preparando salir.
Tengo una docena de entregas paradas en camino. Tengo un alternador en el sucursal de entregas, pero están cerrados. Dicen que no hay transporte para los empleados. No se pueden abrir. Escribiendo correos electrónicos, educada y persistentemente, intento convencerles de que abran un día durante unas horas. Ofrezco pagar a alguien para que se reúna conmigo y me entregue el paquete. Todo en vano. No harán nada hasta que cesen las manifestaciones y vuelva a fluir el suministro de gasolina. Después de diez y ocho días, siguen pensando que la situación es temporal. Voy abandonar todos las entregas para salir. Mi pérdida. Es una pérdida pequeña a la luz de la situación panameña.
Por la superficie, dicen que las protestas son contra la minería de metales. La minería utiliza mucha agua, envenena y daña el medio ambiente sin indemnizar a las comunidades afectadas. Las protestas ya han logrado un moratorio en la extracción de metales. Más profundamente, algunos analistas aseguran que las protestas son producto del cúmulo de malestar social. El martes pasado (7 Noviembre), un abogado jubilado, con ciudadanía panameña y estadounidense asesinó a dos manifestantes en un control de carretera. No me parece una crisis temporal.
De verdad, no todo es malo. El clima está cálido. Los restaurantes, las tiendas y los almacenes están abiertos. Me encuentro con viejos conocidos, me pongo al día de sus noticias y me entero de sus aventuras. Hay provisiones en los almacenes. Estoy resolviendo problemas, a punto de salir a navegar. Es una buena vida. Una vida afortunada. Navegamos.