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Aventuras del velero Brisa
1 July 2023

Ruta San Blas

“Time is a meadow, not a highway; the psyche is an all night restaurant, not a museum or a church.” - Tom Robbins, Skinny Legs and All

“El tiempo es un prado, no es una carretera; la psique es un boliche, no es un museo ni una iglesia.”

Estoy leyendo en inglés, no en castellano. He dejado Levrero por el momento para leer la única de Tom Robbins que no he leído. Casi al final, como punto culminante, la danza de siete velos.

Estoy fondeado atrás de Isla Grande por la costa caribeño de Panamá. Al atardecer hubo tormentas, truenos, ráfagas alrededor, nada de viento. Por la mañana estuvo oscuro, con lluvia ligera. Nada de viento. Es como dicen de la zona de convergencia intertropical– y que sorpresa. Allí estoy.

Al este está el archipiélago San Blas, mi destino. Necesito navegar por la costa de una selva salvaje, poco colonizada, cuarenta y cinco millas náuticas. Con cinco millas náuticas por hora, serían nueve horas de navegación. Con la llegada, para fondear en el primer puerto, Porvenir, necesito doblar la Punta de San Blas. La punta no es tierra. Es una zona de aguas poco profundas, plagadas con arrecifes y quebradas.

Punto de protección en Playa Chiquita

A la Bahía Chiquita

Tipo mediodía el cielo se despleja un poco. Decidí irme a uno de los fondeaderos al este para cortar el viaje. Es un riesgo. Los fondeaderos entre Isla Grande y Porvenir son pocos profundos, es decir inadecuados. Puedo entrar a la Bahía Tortuga (Turtle Bay) donde hay una marina pequeña, o fondear más allá en la Bahía Chiquita. Todo es desconocido. Sólo conozco lo que leo en la guía y veo en la carta.

Navego con motor por el canal entre Isla Grande y la tierra mayor, rumbo al este. Encuentro oleajes de dos metros, empinados, amontonados. Por eso es una zona de surfistas me di cuenta, según la guía, donde se hacen competencias. Hay quebradas al estribor sobre la costa. Hay quebradas al babor sobre las rocas Mafu, un arrecife en el medio del canal.

Me quedo ansioso que el motor siga marchando, porque si no, estoy jodido.

Catamarán fondeado en el archipiélago de San Blas

Doblando las Islas Mogotes el mar tiene olas de casi tres metros. Parado en el puente de mando, alcanzan un alto al nivel de mi vista. Me quedo con el motor. Hay poco viento y necesito llegar al fondeadero mientras haya luz.

En la Bahía Tortuga descubro que hay quebradas tras, o muy cerca de la entrada. Miro y no puedo creerlo. El oleaje se amontona. Los montones de las olas se convierten en tubos que rodean, retumban, y quiebran. Decidí abandonar la zona y no entrar en la bahía.

Un par de pangas, Guna Yala

Lo que queda es la Bahía Chiquita, entonces. Si no, ¿qué? Si no, necesito volver a la Bahía Linton y aproximarme al atardecer, con el crepúsculo. La guía solo dice que en condicionales normales ofrece una buena protección. El problema es que no sé cuales son las “condiciones normales”.

Con suerte, el punto de tierra que forma la Bahía Chiquita sí ofrece buena protección de las olas que vienen del noreste. Hay justo espacio para uno o dos veleros en agua con profundidad de dos brazos. Bien fondeado, disfruto el escenario. Hay un hombre con sus hijos pescando en la orilla. Un grupo de jóvenes pasa en su panga. Compartimos saludos.

Pasé la noche más o menos tranquilo. En la madrugada había un par de pescadores en canoas. Saqué unas fotos, encendí el motor, levanté el ancla y me fui.

Pescadores en el agua, Guna Yala

A Porvenir

Pasando entre los arrecifes Escribanos y la costa, miré los arrecifes a una milla náutica de distancia, con prismáticos. Son imponentes. Allí fuera de la costa, en el medio de la nada, grandes quebradas. Las rocas no son visibles. Solo las evidencian los efectos dramáticos del mar.

Vino suficiente viento como para poner la genoa e irme con cinco nudos. Genial.

Con viento a popa y cinco nudos, bajo el sentido del viento cinco nudos. Dio la noticia de que había ovejas alrededor, cada vez más frecuentes. Doblando los arrecifes del Punto San Blas necesité bajar la vela e irme con el motor contra el viento. Yendo contra el viento con cinco nudos crece el sentido del viento cinco nudos. Se sentía bravo.

No logré en poner el ancla en Porvenir. El viento me rezagó y me empujó hacia un arrecife. Tres hombres indígenas en una canoa gritaron su alerta. Solucioné todo con el motor. Levanté el ancla poco y lo dejé colgado cuál me di espacio, franqueando el arecife, para subirla enteramente.

Isla pequeña rodeado con arrecifes

Fui a los Cayos Limón, unas cinco millas náuticas más al este. Gracias a la guía pude entrar por un canal entre arrecifes y fondear. Estaba desanimado. Había poca protección contra el viento. Las islas son pequeños fragmentos de arena bajos con un puñado de palmas, rodeadas por arrecifes.

No importa. Bajé el ancla. La fijé y tomé un buen descanso, agotado.

Atardecer por Miriadup

En la danza de siete velos, el velo número siete es que nadie pueda enseñarte la verdad. Ni Jesucristo, ni Mohammed, ni Buda, ni Lao Tzu, ni tu mamá, ni nadie. Todos necesitamos descubrirla por nosotros mismos.

categorías: navegación - Panamá
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