Isla Isabela está aislada veinte millas náuticas al este de la costa pacífica de México, cuarenta millas náuticas al noroeste del pueblo de San Blas.
Fondeo al sur de dos rocas pináculos, Los Monas, en un pedazo de arena entre el fondo rocoso. El agua es muy transparente. Puedo mirar a mi ancla en el fondo con profundidad de ocho metros.
Las fragatas magníficas tienen otro modo de alimentarlos. Matan un pez y lo pican por la superficie del agua. Toman turnos planeando sobre el pez muerto, tocándolo con sus picas. Ninguna puede llevarlo, solo tocarlo.
Las ballenas jorobadas frecuentemente pasan cerca. Chocan el agua con sus alas y sus colas. Soplan espuma en géiseres. A veces brocha la superficie verticalmente, poniendo sus cabezas y cuerpos a tres o cuatro metros de arriba. Se caen con chapoteos grandes. He oído que lo hacen para eliminar parásitos. Me imagino que lo hacen para rascar su piel que pica. Dentro del velero a veces puedo oír sus canciones por el casco.
Los sonidos de las aves son constantes desde el bosque sobre la isla y de las rocas. Las fragatas magníficas vuelan en bandadas grandes. Me parecen joven. Imagino que vuelan para practicar y desarrollar su energía física. Más precisamente vuelan porque fueron nacidos para volar. El desarrollo de sus habilidades es un efecto secundario, un resultado natural de su voluntad, de sus seres como aves que vuelan incesantemente, incansablemente. Los bobos querían descansar sobre mi púlpito de la proa para la seguridad que no tienen flotando a la deriva. Las fragatas magníficas tienen otra solución. Siempre vuelan.
Caminando por un sendero en un bosque de mangles. Cada árbol tiene uno o más nidos de las fragatas magníficas. Las hembras quedan sobre sus huevos. Los machos traen comida y materiales para los nidos. Un par construyen un nido juntos. La hembra se siente en el nido. El macho trae una paja y lo manda a la hembra. Ella lo pone en el nido y permite que el macho copula con ella.
Los polluelos y los menores tienen cabezas blancas. Lo mayor de las fragatas magníficas volando sobre el mar tienen cabezas blancas. Es fácil identificarlos entre las bandadas circunvolandas de arriba.
Los machos, cuando estén listos y sin pareja, lo advierten con una petaca roja bajo su cuello. Vi a uno con la esperanza de atraer una hembra. Se siente en un buen lugar para un nido, mirando todos los otros que pasan a caso que una era una hembra disponible. Fue como un hombre soltero en un boliche.
Al centro de la isla hay un lago circular. Dicen que es un lago de cráter y no tengo duda. No vi mucha vida en el lago. La vida que puebla la isla prefiere el agua salada. Al lado sur hay otro cráter medianamente destruido, frente a la costa.
En la playa y el bosque cercano con la playa, bobos se ponen sus ovulas en pozos llanos. Son bobos con patas azules, más guapos que los que me visitan en el alta mar. Tienen plumas blancas estrellado con gris y ojos intensos amarillos. Llevan sus patos una a la otro en pares para expresar su cariño uno al otro. Su llamada normal es graznar como un pato. Cuando están preocupados, por ejemplo cuando yo los aproximo, silban nerviosamentes.
Giré una esquina y encontré a un par en el sendero mostrando sus patos uno a la otra. Fueron como un par de adolescentes sorprendidos en el acto de besuquearse. Silban y se mueven al lado, pero no pueden parar. Fueron tan apasionados, se quedaron levantando sus patos media distraídos por mi presencia.
No hay asentamiento humano en la isla. Hay unas chozas al lado sur y ruinas de una estación de investigación. Algunos jóvenes acampan allí para explorar la isla. Pescadores visitan y se quedan temporalmente en las chozas. Van y vienen por panga. Hay un poco de turismo, también con panga. Hay una luz de navegación y una antena.
Por lo demás, la isla es silvestre. Es como otro planeta, o nuestro en el período jurásico. Fue un buen lugar para pasar el fin del año 2021.