Al principio de julio nos escondimos en Puerto Escondido con los residuos de un huracán aproximando. Puerto Escondido es como un lago profundo, encerrado por todos lados, con un canal pequeño y llano para la entrada.
En los días de colonización, han dicho que los piratas utilizan esta bahía para esconderles y la utilizan como base para asaltar las naves que van y vienen en el Mar de Cortés. No lo creo porque no había tantas riquezas en la península. Solo había almas para los franciscanos. Les convierten en gente dedicada a apoyar su estilo de vida y construir sus monasterios. No podemos subestimar el poder de los franciscanos a poner la voluntad de la población indígenas, que viven de modo cooperativo, a soportar un jefe europeo que les emplea o esclava. El buen cristiano brinda a Cesar lo que pertenece a Cesar.
Los residuos del huracán amenazan viento del este y lluvias intensas. No se sale. Sólo teníamos una mañana nublosa y media hora de lluvia neblina con gotas finas y ligeras. Lo que tenemos hacer, con una marina que pueda recibir envíos, es reemplazar el molinete de ancla. El molinete de ancla es de la marca Simpson Lawrence, una empresa que no existe hace veinte años. Necesitamos una rueda adecuada para nuestra cadena. Lo que tenemos no lo aprieta. Es una falta que el dueño anterior crea y no resuelve.
Habíamos tirado el ancla de forma manual, con esfuerzo de cuerpo, brazos y piernas. Ponemos nuestro respaldo a tirarlo. Fue el gimnasio de Brisa. El problema es que el ancla pesa quince kilos y la cadena dos kilos por metro. Este se pone un límite en la profundidad del fondeo que podríamos utilizar. Con una profundidad de diez metros, sí, ponemos levantar el peso. Con una profundidad de quince o veinte metros salía demasiado pesado.
No hay una rueda adecuada para un molinete tan viejo como nuestro Simpson Lawrence. A la vez, compramos un nuevo molinete, un Maxwell HRC-FF8 más o menos igual al molinete que ya tenemos. He tenido en mente reemplazarlo con un molinete manual, sin motor, sencillo y confiable. Encuentre solo uno de marca Plath, el modelo 7B o 9B de bronce. Me dijo que había dos o tres meses para fabricarlo, y el costo fue doble. Pah. Necesito hacer algo normal. Lo normal es un molinete eléctrico voltaje doce.
El molinete Maxwell va a llegar en unas semanas. Mientras tanto, exploramos los fondeos de Isla de Carmen y navegamos por la Bahía de Loreto.
Volvimos a Candeleros, donde habíamos quedado una noche antes de escondernos en Escondido. Candeleros tiene muchas ventajas sobre Escondido. Tiene red inalámbrica 4G. Podemos poner el ancla y fondear a la vez que pagar para un amarre. Hay aves y un poco de la vida marina. Podemos nadar en agua pura, con transparencia cristalina.
La vista al norte es espectacular en Candeleros. No solamente hay las rocas pináculas en el punto sur de Isla Danzante. Hay un trío de islas Primera, Las Tijeras, y Pardo hacía el mar abierto. Hay en vista la parte del sur de Isla Carmen. Mirando al norte hacia Puerto Escondido hay una estrecha del mar entre montañas por ambos lados. Las montañas se apilan una por la otra en capas hacia el horizonte.
La bahía tiene una playa de arena fina desde un punto rocoso bueno para esnórquel por casi dos kilómetros. Con la vista y la playa, naturalmente, con un lugar tan espectacular, hay un resorte y un plan maestro para un paraíso de hoteles, condominios y campos de golf. El resorte está en obra para doblar su capacidad. La carretera que trae la gente por distancia desde el aeropuerto en Loreto, lo mismo. Por eso también hay 4G.
Los visitantes del resorte no merecen menos que yo a disfrutar el lugar. Quizá más. Algunos pasando en kayak me visitan. Son de San Diego y tienen una semana para disfrutar la vida antes que volver a sus oficinas para poder pagar sus impuestos, sus hipotecas, sus autos, sus seguros médicos, sus cartas de crédito, y lo demás de las deudas que pagan.
Brisa mejora la vista. Es el sueño y los huéspedes nos vistan y sueñan. Visité el resorte donde me reciben con brazos abiertos. Es un paraíso artificial con construcción de jardines de palmas, piscinas en cascada pintadas celestes y luminosas, resplandeciente, suave con la noche. Las veredas son de cemento pulido y esculpido como piedras. Al lado hay luces bajo el nivel de los rodillos que se ponen patrones de flores, como poinsetias en las veredas.
Tomé un trago en el bar de la playa. Una pareja se reúnen conmigo y me dicen su historia. Son de las montañas afuera de Los Ángeles. Viven en un ranchero con una colección de animales mascotas y salvajes. El trabaja en la industria de proteger casas de los ricos contra los fuegos que amenazan las fronteras de la ciudad cada año. Es un trabajo con algunos riesgos y me dijo historias sobre los fuegos que casi le consumen.
Me parece que ya tienen una vida plena y llena de aventura y interés en su hogar, pero les gustan tomar una semana en la playa con la vista del mar y montañas a distancia. Quizá es algo distinto que les causan apreciar más su vida. Es algo, porque han tomado una hipoteca para un porción, una semana por año, de este paraíso artificial.
El próximo día llega una pareja en un velero del mismo tamaño con Brisa. Fondean al lado. Es una pareja Estadounidense y les visito. Durante la mañana el hombre me visita con su café, remando una tabla de paleta. Más tarde pasa con su lanchita y me invita a ir con él al pueblo.
No me di cuenta que hay un pueblo, le dije. Sí, está allí detrás con la aérea de la playa lo más lejos del resorte donde se estacionen los ómnibuses y otro equipo pesado, donde se lanzan a veces una panga. Hay una tienda, una escuela, y pocas casas, una comunidad.
Nos vemos, entonces.
El pueblo está en un valle llano con la carretera de arriba. Pasamos pequeñas casas con árboles en sus patios. Una casa tiene un árbol de granados y otro de almendras. Una mujer limpia la camioneta que su marido maneja como taxi. Me dicen que los granados son buenos para el resfrío.
No son adinerados, pero miro el lugar con el sol, los pájaros cantando, las flores y la sombra de los árboles en el valle tranquilo y pienso que es un paraíso de verdad. No hay nada artificial. Todo está como es.