Replicamos acá un manifiesto por Joan Sol Pérez. Replicamos el manifiesto porque comunica un modo de ser en relación con el velero y el mar, como pareja, como amante. Es una actitud que nos esforzarnos para lograrla.
Joan Sol es escritor de un blog, en Catalán, titulado El mar és el camí. Los últimos escritos, fueron en 2013. El que sigue fue publicado en el blog en 2009, en Catalán.
En la página de documentos del blog hay vínculos al manifiesto traducido a cinco otros idiomas. Joan Sol tiene en su página de FB un vínculo con el “Club Nàutic Vilanova”, un club de vela en Vilanova i la Geltrú, en la costa de la provincia de Barcelona en España.
Es cierto que todos no estarían de acuerdo con todos los escritos de cualquier manifiesto. Conocemos por ejemplo personas que lo que más aman es ganar regatas. Para ellos los técnicos son un medio para el hito de ganar. Sin embargo cada persona puede tomar algo de estas palabras sabias del Catalán Joan Sol.
Lo importante no es el barco, sino tu relación con él y con el mar. No importa la eslora, el precio o el equipamiento de tu barco. Da igual que sea un bote de remos como un gran yate. Lo que importa es que no lo consideres un objeto más de todos lo que tienes, sino un compañero de viaje que te puede proporcionar placer, experiencias inolvidables y un conocimiento del mar y, sobre todo, de ti mismo.
Pasa tiempo a bordo de tu barco, aunque sea amarrado a puerto. Conviértelo en una parte de tu espacio vital. Trabaja en él, haz algún trabajo, de manera que alguna parte del buque sea obra tuya, y que alguna parte de tu obra esté vinculada al barco. Esto reforzará los lazos entre tu barco y tú.
Deja las prisas en el muelle cuando salgas a navegar. Sal sin una hora de vuelta, como si fueras a hacer un largo viaje. Olvídate del reloj y déjate guiar por el sol. Si eliminas la velocidad y el tiempo de la ecuación, sólo queda el espacio: el mar.
Sal a navegar sin rumbo, sin tener un punto de llegada. Simplemente navega, déjate llevar por el viento y el mar. No pienses ni en las millas que has hecho ni en las que faltan por llegar. No vas a ninguna parte. Sólo navega y disfruta del momento.
Desconecta la electrónica y navega como había hecho siempre. Aprende a no depender de los instrumentos. ¿Cuánto tiempo hace que no tomas una demora o la altura de un astro? Sitúate dibuja el rumbo sobre una carta de papel. Olvídate de los catavientos: siente el viento en la cara o en la nuca. Aprende el arte de navegar que es lo que define los navegantes de verdad.
“Continuo sin escala hacia las islas del Pacífico, porque soy feliz en el mar, y quizás también para salvar mi alma.” - Bernard Moitessier, El Largo Viaje, 1969.
Desconecta el móvil, la radio y el equipo de música. Corta durante un tiempo los lazos que te unen al suelo. Silencio! Escucha el rumor del mar: la ola en la proa, el latido de la vela, el aliento del viento.
No te aferres a caña o la rueda. Cede el timón a algún tripulante y déjate llevar. ¿Cuánto tiempo hace que no te recuestas en cubierta o te sientas en la proa con los pies colgando? Si vas solo, amarra el timón, equilibra el barco con las velas y déjate llevar. Confía en la tripulación y en tu barco..
Escribe un diario de navegación. Describe con detalle las salidas que hagas y anota las sensaciones que experimentas. Así conservarás las emociones de cada salida y las podrás revivir mucho tiempo después. Comparte estas experiencias y emociones con otras personas a través de un blog como este o como te parezca mejor.
Haz regatas, si te gustan, pero no pensando en el premio, sino porque regateando aprendes a conocer mejor el mar, tu barco y a ti mismo. No hay premio más estimulante que este aprendizaje.
No abandones tu barco, él nunca lo haría.
Contempla el mar un rato cada día, imprégnate de su energía y llévatela allí donde vayas.