El 22 de octubre, tiré las lineas y me puse libre de la marina deportiva en Baltimore. Saliendo del puerto, pasé por el fuerte McHenry de nuevo y los restos del puente Francis Scott Key. Los dejé por la popa para salir de la embocadura del Río Patapsco, para entrar a la Bahía Chesapeake.
Para el viento tengo calma total. A mi me gusta ir con el motor sobre el mar liso y tranquilo. Me gusta ver los reflejos en el agua. Cuando salía bajo el puente me alcanzó un gran buque de transporte de autos. A pesar de su tamaño y velocidad, se desliza por el agua casi sin dejar estela.
Al instante de entrar a la Bahía puedo ver por distancia el gran puente de la Bahía Chesapeake. Primero, tengo que pasar la desembocadura del Río Magothy y el faro de Baltimore. El faro está situado sobre una torre con treinta metros de altura bajo el mar. Sólo la cabeza está por encima de la superficie del agua. Tiene tres pisos encabezados por la luz. A mi me gusta el diseño. Sería lindo vivir en una casa así. Hay una escalera espiral dentro. Espero que sea igual con la escalera en la casa Rivera en calle Rincón entre Misiones y Zabala en Ciudad Vieja de Montevideo.
Después del faro, no hay nada más impresionante que el gran puente de la Bahía Chesapeake. El puente es en realidad un par de puentes. El primero fue construido para abrir en 1952. El segundo en 1973. Su eslora es de seis kilómetros. El altura en el centro, sobre el canal principal, es de más de cien metros.
Yo lo he cruzado tantas veces. Había un periodo en que pasé por allí de ida y vuelta tres o cuatro veces por año. Mi madre vivía en Annapolis. Yo y mis hijes vivíamos en Nueva York. Así pasábamos en la ruta por el puente. Con la llegada, significa que estábamos cerca del fin del viaje. Con la salida fue el inicio. Lo cruzamos y estábamos en camino.
Durante los veranos está saturado con el tránsito el viernes yendo por el este y el domingo por el oeste. Es la puerta hacía las ciudades balnearias y turísticas en la península entre la Bahía y el océano Atlántico. También está saturado con la peregrinación cada Noviembre para el Día de Acción de Gracias y cada Diciembre para la Navidad.
Como fue con los viajes de ayer, para este viaje también. El puente representa que estoy cerca con el destino, Annapolis.
Annapolis en Maryland, como Newport en Rhode Island es un centro de actividad náutica recreativa, especialmente de veleros. Estoy con dos otros en el rumbo entre el puente y los fondeaderos de Annapolis. Ellos, por supuesto, son los más rápidos. Una me alcanza, llenando las velas desplegadas todo con el impulso de motor. El viento es casi ausente. Lo que hay esta por la proa.
Con los buques fondeados fuera, esperando sus órdenes para el puerto de Baltimore o de salida a algún otro puerto tras el océano, me da recuerdo de Panamá. En Panamá navegué entre los buques fondeados, esperando sus órdenes para el canal.
Tengo pronóstico de un día lindo y uno tormentoso. Los pasaré acá amarrado. El viernes sigo navegando por la Bahía Chesapeake, hacia el sur.