Pasé una linda navegación desde la marina Shelter Bay a Bocas del Toro. La marina Shelter Bay ya conocen. Es donde he estado más de un año, dentro Bahía Limón, donde salen y entran los buques al lado caribeño del canal de Panamá. He salido ya algunas veces y vuelto. Esta vez… Vamos a ver.
Cuándo abandoné la navegación previa decidí arreglar algo para ponerme libre del timón por ratos cual manejo por motor. Arreglé una banda elástica para atracar entre el timón y una cornamusa pequeña al lado babor de la bañera.
La banda elástica funciona buenísima. Podría salir del timón por cinco o diez minutos a la vez. No es una solución piloto automática que me permita dormir. Es algo que me permitía sacar algo desde dentro– algo comer, un café, armar un mate. Les doy un vídeo de esto funcionando:
Además de permitir que deje el timón, la banda disminuye el estrés de timonear. Navegando por motor, el timón es muy ardiente hacía babor debido al movimiento espiral del agua saliendo del hélice. Ese convertí a mi favor. La banda elástica puede compensar el esfuerzo del timón y ponerlo en equilibrio.
Entre Shelter Bay y Bocas hay corriente en contra y frecuentemente vientos en contra. Como ves en este pronóstico de corriente gracias a Windy.com, la corriente en contra puede subir de las dos nudos. (Recuerda que solo me voy con cinco nudos.) Es decir que corta mi velocidad real a la mitad, o dobla el tiempo de ir.
(Vea también la ilustración abajo sobre el mismo tema entre Panamá y Uruguay.)
Había dos opciones. Uno es irse por la costa. La otra es ir más fuera de la costa, al norte.
Al principio pensé en irme por la costa. Este hubiera poniéndome con tierra sotavento y fondeado por la noche expuesto al mar, con olas entre uno y dos metros. A veces el viento en contra o que me empuje hacía la tierra hubiera subido a los quince nudos o más.
Decidí ir a otro curso. Fui por motor hasta las nueve grados, cuarenta y cinco minutos de latitud norte. Allí encontré vientos suaves a través o de aleta. Seguí navegando al noroeste para llegar arriba de diez grados de latitud norte. Allí fuera de la corriente fuerte seguí con viento a favor.
Podía navegar a vela casi todo la distancia, durmiendo una hora a la vez.
Fuera la costa es buena. Me encanta. No hay nada para embestir. El mar es tremendo.
Había tormentas. Vienen con lluvia y sin mucho cambio del viento. Preparé a veces para ráfagas fuertes, con reducción del tamaño de vela. Nunca pasa nada fuerte.
Lo que era fuerte era la lluvia. Vienen chubascos por veinte minutos. La superficie del mar es hermosa durante los chubascos. Las gotas ponen una capa borrosa con color azul luz. Las olas chicas desaparecen para que la superficie esté lisa. El sentido es plácido, genial. Es como navegar por una vía afelpada. No pensé en sacar una foto ni pienso que pueda capturar el sentido.
El mar por su mismo es de color azul profundo, zafiro. De noche, cuando parten las nubes, las estrellas pintan el cielo como polvo de duendes. Más imponente, miles de noctilucas destellan brillantemente en la estela del velero. Se siente como navegar con una alfombra mágica de color verde luz. Era algo que no vi en el Pacífico; solo en la película, Una aventura extraordinaria.
Para la llegada he planificado ponerme al oeste de la entrada, para poder irme al este con la corriente y el viento, no en contra.
Lo que pasa es que llegué a veinte millas náuticas fuera sin encontrar corriente ni viento desde el oeste. Decidí ponerme con rumbo directamente hacía la entrada de la Bahía Almirante y Bocas.
Con solo quince millas náuticas más para llegar, sí. Encontré quince nudos de viento desde el noreste con corriente de dos nudos y chubascos fuertes. Estaba en la bañera navegando con motor con alta potencia hacía el oeste para irme al sudoeste con solo tres nudos.
El oleaje desde el noreste, parcialmente en contra de la corriente y el viento, se montó y su frecuencia subió. De lo cuál era difícil mantener el rumbo.
Necesitaba contar respiros para calmarme. Si no, estaba fijado con la carta para ver mi ubicación y lo poco progreso que hice. Conté cien respiros, miré, conté cien más. De esta manera sobreviví la hora y media que sale en estas condiciones.
Eventualmente vi a la costa. Vi unos detalles y que estaba aproximando. La lluvia paró. El viento atenuó. Lo que no disminuyó eran las olas. Suben a dos metros, empinadas. A veces algunos se desmoronan a lo alto y no se quiebran. Brisa estaba surfeando, acelera por las fachadas y desacelera por las respaldos.
Esto también pasó. Al final, gracias al motor, encontré al fondeadero fuera del pueblo de Bocas. He llegado al destino. Después de dos días, casi exactamente cuarentiocho horas después de la salida, estaba fondeado con el entorno nuevo. Estaba en Bocas del Toro.
Por motivo de las corrientes, no sirve navegar a Brasil ni Uruguay por la costa oriental del continente. Mira las corrientes allí. A veces suben más de tres nudos.
Es mejor aproximarse a nuestra costa desde Cabo Verde.