A mediados de junio salimos de La Paz para ir al norte. Pasamos días navegando desde un fondeadero al próximo. Pasamos por Caleta Lobos la primera noche, donde habíamos estado en Navidad y Año Nuevo, antes de empezar las obras en el amantillo naval. Luego, fuimos por ensenada de la Partida; cruzamos la cabecera de la bahía de La Paz al canal de San José; y por último fondeamos en punta San Telmo una noche antes de llegar a la bahía Agua Verde, donde disfrutamos de una linda semana.
Había mucho que aprender sobre cómo navegar a vela, y navegar a vela es lo que hicimos. En 150 kilómetros solo quemamos nueve litros de gasoil, la mayor parte llegando a un fondeadero.
El proceso de fondear que nos sirve, dado que hay pocas manos para atender el navegante y el velero, es encender el motor, poner el timón en mano de Otto (el auto-piloto), bajar las velas, mandar el timón y navegar por motor en las áreas protegidas, llanas, muy de cerca de la tierra. Hay gente que navega a vela hasta bajar el ancla y fondear. Navegan con una vela y la bajan con el ancla bien puesta en el fondo. Es posible, pero no es aconsejable para alguien tan inexperto como este navegante. En cualquier caso, hay pocos que lo hacen.
Con la otra mano, es posible subir el ancla, poner una vela de proa y salir navegando sin motor. Esto sirve especialmente si el viento sopla hacia afuera del fondeadero, a mar abierto.
Cuando buscamos un buen fondeadero, buscamos un lugar protegido del mar, en la dirección del viento previsto. Es raro que un lugar esté protegido del viento, porque el viento sopla igual sobre el mar y la tierra. La meta es que el viento que llegue al fondeo no llegue con grandes olas. Cuando el viento sopla a una gran distancia sobre el mar para llegar al velero fondeado, esté va a tener una noche rocanrolera,que será incómodo para sus habitantes.
Hubo algunos casos en que habíamos fondeado y decidimos movernos al otro lado. En bahía Partido fondeamos con viento ligero a media tarde. Al atardecer, un viento fuerte trajo corderos. Brisa tira su ancla hacia la orilla y los bancos llanos. Miramos al otro lado de la bahía, el lado barlovento, donde se han congregado media docena de veleros. Decidimos que ellos deben saber más. Con el viento soplando todavía, encendemos el motor y nos mudamos al otro lado. Es un proceso de aprendizaje.
Al llegar a puerto Los Gatos, después de cruzar a mar abierto la cabecera de la bahía de La Paz, hay un viento de 20 nudos y olas de dos metros a la altura de la popa. Miramos el fondeadero con los prismáticos y nos damos cuenta que no está protegido. ¡Ay, qué pena! Por supuesto, llegar a un fondeadero con viento de popa nunca sirve. Necesitábamos motor al otro lado del punto de tierra, a otro fondeadero protegido.
Al llegar al fondeo, hay que buscar un lado que no tenga peligros a sotavento. Por eso, fondeamos en el lado barlovento del fondeadero, si es posible. Esa es la regla: tierra, orilla, bancos llanos del lado de los vientos corrientes y previstos.
Por suerte hay una guía publicada por una pareja estadounidense que ha inspeccionado la mayoría de los fondeaderos del mar de Cortés. La guía contiene cartas con detalles de las profundidades y descripciones de cada uno. Es un recurso muy valioso para planificar la navegación.
Nos vamos de La Paz justo a tiempo. Ahora, a fines de junio, el huracán Enrique amenaza este lugar ubicado a 200 kilómetros al sur. Nos escondemos en un puerto bien protegido con nombre adecuado, puerto Escondido. Justo por si caso, pero es pronto para que un huracán pueda alcanzarnos en este lugar. Al final solo llega un poco de lluvia y un día nublado.