El puerto de George Town, Gran Caimán, sube del mar como la ciudad perdida de Atlántida. Los altos de los edificios aparecen primariamente. La tierra no aparece hasta que se acerca a siete millas náuticas. Si el nivel del mar crece dos metros, la isla saldrá como los Bancos del Gran Caimán. Es totalmente de tierras bajas.
Los edificios más altos son buques de crucero. (Me enteré más tarde que hay un límite de altura por decreto.) Hay un montón de grúas. Quizá los británicos son de personalidad muy optimista. O oportunista. Quizá ganen una devolución rápida por sus inversiones.
El proceso de llegada fue el más fácil y el más amistoso que he encontrado en cualquier país. Un agente de la seguridad del puerto responde inmediatamente con un tono muy amable. Me dirigen a una de sus amarras bien mantenidas y seguras, que proporcionan para visitantes. La guardia de la costa me encontró y me guió hasta un muelle. Un agente visita con bienvenida. Me dió sus cuatro formularios y me dejó con paz para completarlos.
Escribí el nombre del velero cuatro veces, la fecha cinco veces, mi nombre cinco veces, mi firma cuatro veces. Cuando volvió, después de quince minutos, el llevé los formularios, mi pasaporte, y el registro del barco. Quince minutos después volvió con mis documentos y todos los permisos. No cargan ni un peso. No obstante, lo último que dijo era que Gran Caimán es un país muy caro.
En Gran Caimán, las áreas desarrolladas son muy modernos, con construcción de calidad alta, a nivel del primer mundo– calles, veredas, bordillos, galerías comerciales, edificios. Puede ser Miami o Fort Lauderdale.
Tienen su propio cultural local. Son británicos, con visitas de las royales y un gobernador designado por el rey. Hacen una fiesta de música, la Capella en avril. Hacen carnavales. El Batabano en mayo es lo tradicional con la onda espiritual. El CayMas en julio es más comercial. En noviembre hacen una semana de piratas. Corren un maratón en diciembre.
En los mercados hay todos tipos de frutas y verduras frescas y exquisiteces culinarias lujosas sobre las estancias. Tienen buena luz y pasillos anchos.
La mayoría de los autos son recién fabricados. Corren por el carril izquierdo de la calle como hacen en Inglaterra. Hay muchos de marca de lujo. Lo que hacen con los autos viejos no lo sabe nadie. Debe ser un vertedero grande en algún lugar porque el consumo es igual con cualquier colonización del continente.
No hay perros en las calles. A la vez hay gallos y gallinas. Una mujer sentada al lado de la vereda advirtió cuando yo pasé a ella, “Somos un país libre. Los gallos y las gallinas andan libres.” Hablan inglés. Escuchas acentos de las Indias Occidentales como Jamaica, británicos e asiáticos. Paré un momento para hablar con ella. Compartí una porción de las patatas fritas que había llevado. Ella compartió su porción con una gallina.
La industria del turismo es muy evidente. La isla está circunscrita por arrecifes. Hay expediciones de pesca deportiva y de buceo. Hay expediciones para la vista de la costa. Hay expediciones para nadar con mantas. Un espectáculo común es ver el catamarán jugando ¿cuántas personas podemos poner en la proa? Toda la gente quiere estar en la proa. Los catamarán aran el agua como cerdos pastando.
Por la tierra, en el centro de tortugas, crían y protegen la tortuga verde. Además, es un sitio turístico con un parque de la naturaleza, un tipo de parque zoológico. La realeza mantiene un parque botánico que lleva el nombre de la reina Elizabeth segunda. Hay una serie de cuevas en la selva al noreste de la isla. Allí pagas para tomar una excursión. A mí me interesó primariamente el parque botánico, pero no fuí.
Son muy listo con la industria financiera. Son un paraíso fiscal. Además, fijan su moneda con el dólar. No hay mercado para la moneda de Gran Caimán, $KY o KYD. Todos los ofertas son de $KY. Cuando pagas, si pagas con cualquier método internacional, primariamente aplican su conversión fijo a dólares y cargan en dólares. De esta manera, con tanto turismo, acopian dólares tanto rápido como Amazon. El cambio actual fue de 0.80 KYD para 1.00 USD.
En el puerto de George Town hay todas los días uno o tres buques de crucero lleno de compradores y turistas. Hay una zona de compras para ellos sin impuestos. No obstante, todas las compras son cargadas en dólares. Fuera de la zona hay calles peatonales muy lindos repleta de tiendas de artículos de lujo– bolsos, vestidos, relojes y diamantes.
La seguridad del puerto fue muy cortés con los buques de crucero por el radio. Que pasen bien. Buen viaje. Gracias por visitarnos. Espero que nos veamos pronto. Así, así, así.
No podía permitirme los gastos de una marina. A la vez, encontré un fondeadero bien protegido en una laguna al lado de la bahía del norte. Para llegar allí, navegué un canal entre los arrecifes seguido por dos millas náuticas de agua prístina, clarísima, con profundidad muy llano. Corre con solo treinta centímetros bajo la quilla, consolándose que si me encalló, lo habría hecho con un fondo de arena suave.
En la laguna, “Governor’s Creek,” estaba rodeado con mangles, condominios y caserones. Los casarones cada uno tienen su muelle, unos cuantos con lanchas. Había un puñado de veleros. Han hecho canales artificiales como calles para expandir el territorio con acceso a la laguna y la bahía. Todo estaba en buen estado, los patios bien cuidados por los jardineros.
A pesar de que el viento sopla con quince nudos (30 km/h), la superficie del agua queda quieta en la laguna bien protegida. Dos otros veleros se unen conmigo. Celebramos la víspera del nuevo año juntos. Una pareja de Eslovenia nos hospedó con un filete tártaro, pan casero y un plato de carne picada de cerdo, sazonada y envuelta en hojas de col, cocida al vapor con una ligera salsa de tomate. Muy rico.
Disparamos nuestras bengalas vencidas. Todos salieron disparados. Sólo algunos se encendieron. A medianoche, los fuegos artificiales nos rodean, incluso un visor de los fuegos de la playa de siete millas. Siguen por diez minutos con un final espectacular. Borrachos, contamos. Fue un buen despedido a 2023, un buen bienvenido al 2024.